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La Protección de la Capa de Ozono, un esfuerzo de 35 años

Este miércoles 16 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, por eso compartimos la columna de José Miguel Valdés, Ingeniero de la unidad GreenLab de Dictuc.

Cuando en la década de 1930, Thomas Midgley inventó los CFC, gases sintéticos utilizados principalmente para la refrigeración, creía estar generando una mejor alternativa para los gases utilizados hasta ese momento, los cuales eran tóxicos para los seres humanos y/o explosivos. El invento de estos CFC fue responsable, en parte, del desarrollo de la refrigeración, lo que ha permitido la mejor conservación de alimentos. Si bien Midgley fue exitoso en su propósito, su invento tuvo un impacto colateral indeseado, dado que estos gases, al fugarse a la atmósfera y subir lentamente a la estratósfera, destruyen el ozono estratosférico, adelgazando la capa de ozono que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta (UV-B), que provoca cáncer a la piel y cataratas, además de dañar los ecosistemas y cultivos. El mayor adelgazamiento se da en el polo sur, y dio origen al comúnmente llamado ‘agujero de la capa de ozono’.

No fue hasta la década de 1970 que se descubrió el rol de los CFCs en el adelgazamiento de la capa de ozono. Un mexicano, Mario Molina, recibió el premio Nobel en 1974 junto a sus colegas norteamericanos por esta importante contribución a la ciencia. De ahí en adelante se dieron varios avances en la búsqueda de la solución a este problema, hasta que en 1985 se adoptó la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono (a la fecha ratificada por 197 países). Dos años después, en el marco de esta convención, se adoptaría el Protocolo de Montreal, el cual establece un calendario para la reducción progresiva de la producción y consumo de las Sustancias Agotadoras del Ozono (SAO), entre ellos los CFC.

El Protocolo de Montreal, junto con sus sucesivas enmiendas, representa uno de los principales casos de éxito de los esfuerzos internacionales con un objetivo común. El nivel de éxito se refleja en que durante la década del 2000 se alcanzó el peak del tamaño del agujero, y desde entonces se ha ido recuperando continuadamente. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, el año 2019 el agujero de la capa de ozono alcanzó valores que no se observaban desde principios de la década de 1980. El Protocolo tiene múltiples bondades que han permitido este éxito, entre las cuales se destaca, en primer lugar, que las medidas se basan en la ciencia y técnica, contando con un panel técnico-científico asesor; en segundo lugar, que sus sucesivas enmiendas han permitido un avance progresivo, pasando de controlar sólo 8 sustancias en su versión original a más de 100 sustancias en la actualidad; en tercer lugar, su flexibilidad para adaptarse a las diferentes realidades de los países; y, finalmente, el desarrollo de alternativas técnica y económicamente viables.

Tras la entrada en vigor del acuerdo se han desarrollado múltiples alternativas a los CFC, siendo las principales los HCFC y los HFC, pertenecientes a otras familias de gases sintéticos. Los primeros son gases con un impacto significativamente menor, pero no nulo, en la capa de ozono, por lo que fueron considerados como una alternativa de transición, y hoy cuentan con su propio cronograma de reducción progresiva. Los HFC por su parte, tienen la ventaja de no dañar la capa de ozono, sin embargo, de forma análoga a los CFCs, tienen impactos indeseados en otro problema ambiental: son gases con un alto potencial de calentamiento global.

En la actualidad el aporte de los HFC al cambio climático es menor respecto a otros gases como el CO2 o el metano. Por ejemplo, en Chile las emisiones de HFC representan cerca del 3% del aporte total de emisiones de Gases de Efecto Invernadero del país de acuerdo al último Inventario del Ministerio del Medio Ambiente (2018). Sin embargo, causa preocupación la alta tasa de crecimiento del uso de estas sustancias en refrigeración y climatización, especialmente en supermercados y centros comerciales. En Chile el consumo nacional de HFC aumentó durante la última década en una tasa promedio anual de 9.9%, superando el 2018 los 5 mil Gg de CO2e (GreenLab-Dictuc, 2019), lo cual es una cifra importante para Chile comparado, por ejemplo, con las 35 mil Gg de CO2e emitidos por el sector eléctrico, el de mayor emisiones del país. El aumento del consumo de HFC no se refleja inmediatamente en las emisiones, que se producen en la medida que haya fugas de los sistemas de refrigeración, o al final de su vida útil. Esto significa que estamos generando un banco de emisiones futuras, es decir, la magnitud de la situación actual se va a ver reflejada en el futuro.

Para hacer frente a esta problemática, en el marco del Protocolo de Montreal se adoptó la Enmienda de Kigali, que entró en vigor el año 2019. Esta Enmienda establece un calendario de reducción progresiva para los HFC, sustancias que si bien no son dañinas para la capa de ozono – objetivo principal del Protocolo – tienen un impacto negativo en el cambio climático. De esta forma, el Protocolo se enfrenta a un nuevo desafío, donde para lograr el éxito se necesita de la colaboración internacional, de la ciencia y de todos nosotros. En este marco, GreenLab unidad de Dictuc, ha contribuido con la Unidad Ozono del Ministerio del Medio Ambiente desarrollando el inventario de estas sustancias (GreenLab-Dictuc, 2017, 2019). Esta información es indispensable y muy relevante para el diseño de la estrategia nacional para dar cumplimiento al cronograma de reducción del consumo de los HFC de la Enmienda de Kigali.

GreenLab es la unidad de Dictuc S.A. que presta servicios de asesoría para contribuir al desarrollo sustentable de Chile y el mundo, desarrollando análisis de la más alta calidad para la toma de decisiones, públicas y privadas, en el logro de sus objetivos ambientales. Para más información sobre nuestros estudios visite nuestra página web.

Referencias

GreenLab-Dictuc. (2017). Elaboración de Inventario Nacional de Hidrofluorocarbonos (HFC).

GreenLab-Dictuc. (2019). Elaboración de Inventario Nacional Individualizado de Hidrofluorocarbonos (HFC).

MMA. (2018). Tercer Informe Bienal de Actualización de Chile sobre el Cambio Climático.